Esta especie fue identificada por las exploradoras del CEIP Huerta de Santa Marina: Karla Figueredo Fernández y Julia Ibañez, quienes denominaron al especimen: Prulus comi y Hojachiquitum altisimus, llamándoles la atención que tenía las hojas pequeñas y les recordaba a una escoba, que beneficia aportando oxígeno y sombra en el recreo y que medía una hoja como un dedo, la rama pequeña como un pie y la rama grande larga como una pierna.

Jacaranda es el nombre que se les daba a estas plantas en el Brasil, su lugar de origen, donde su madera es muy apreciada en carpintería y ebanistería, si bien la variante ovalifolia es propia del norte de Argentina.

Hoy se cultiva en los trópicos de todo el mundo. Podemos encontrarlas en grupos en Ciudad del Cabo, llamada “la ciudad de las Jacarandas” por la abundancia de este árbol en sus calles, o de forma singular como en el jardín de la Casa Gilardi en México, donde el arquitecto Luis Barragán realizaría su última obra a la edad de ochenta años, tras haber quedado prendado por el árbol preexistente en el solar.

La jacaranda es posiblemente, tras el naranjo, el árbol con más presencia en el imaginario botánico de muchas ciudades del sur de España, donde por las peculiaridades climáticas esta especie puede producir su potente floración azulada dos veces al año, en primavera y otoño.